Odiosos y, al mismo tiempo, adorados días de bohemia.

Ella era como una gota de perfume, perdida en el oasis de aquellos días de la más profunda bohemia.
Caminaba en infinita fingida indiferencia, con ese paso propio de las gotas de la más pura esencia, embriagador, abrumador... efímero. Y su expresión... nunca nadie vio ojos tan dulces y tan desgarradores al mismo tiempo, parecían tararear la melodía de la canción más triste jamás compuesta con su pestañeo, e, inevitablemente, la mordedura de sus pupilas te escocía el corazón.
Andaba siempre ensimismada, y podría decirse que su sonrisa era incluso más triste que aquellas perlas que le caían de los ojos al llorar.
Aunque vivía en un constante intento de escapar de esas sensaciones, estaba tan sumergida en ellas que no conseguía sacudirse la pena más de dos días seguidos; además tampoco puede decirse que nadie la ayudase demasiado, no era la única atrapada en aquellos días de bohemia...

jueves, 22 de abril de 2010

Santana

Querías alcanzar la luna con tus eufóricos saltos, solías reírte de ti mismo y alzar la mano tanto como podías, estirando los dedos y gritando mi nombre... había días que mi nombre sonaba tan tierno en tus labios, yo cerraba los ojos con fuerza para oírlo mejor, para grabarlo a fuego en mi memoria, porque era en esos días en los que realmente tú me adorabas y por eso pronunciabas mi nombre como quien saborea el último recodo del más dulce de los algodones de azúcar. Fuiste toda una primavera por descubrir. Y ¿sabes? me contagiaste las ganas.
Y no me canso de sentir.

1 comentario:

  1. A mi también me contagiaste la primavera.
    Yo siempre podré seguir llamándote por tu nombre en mayúsculas, hasta el infinito, y más allá :D

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