Odiosos y, al mismo tiempo, adorados días de bohemia.

Ella era como una gota de perfume, perdida en el oasis de aquellos días de la más profunda bohemia.
Caminaba en infinita fingida indiferencia, con ese paso propio de las gotas de la más pura esencia, embriagador, abrumador... efímero. Y su expresión... nunca nadie vio ojos tan dulces y tan desgarradores al mismo tiempo, parecían tararear la melodía de la canción más triste jamás compuesta con su pestañeo, e, inevitablemente, la mordedura de sus pupilas te escocía el corazón.
Andaba siempre ensimismada, y podría decirse que su sonrisa era incluso más triste que aquellas perlas que le caían de los ojos al llorar.
Aunque vivía en un constante intento de escapar de esas sensaciones, estaba tan sumergida en ellas que no conseguía sacudirse la pena más de dos días seguidos; además tampoco puede decirse que nadie la ayudase demasiado, no era la única atrapada en aquellos días de bohemia...

miércoles, 27 de octubre de 2010

domingo, 17 de octubre de 2010

Arder en una papelera.

Aún sigo sin saber, sigo buscando qué palabras decir, o escribir, o pensar. Si quiero creer pero no puedo evitar llorar. Si hoy soy yo aunque mañana seas tú, y si pudiera elegir no se trataría de ti nunca más. Resulta tan cómico volver la vista atrás, a tan solo un par de semanas, y preguntarse qué fue de aquel que decía ser capaz de todo, desde abordar barcos hasta dar el beso más bonito del mundo.
Que coño, las palabras resultan tan fáciles de decir, que a veces ni las medimos.
Pero aún esperas que crea que quien yo pensaba que eras sigue ahí, ¿dónde?
Piensa mal y acertarás, dicen, y al oírlo nos echamos las manos a la cabeza. Desconfianza, suspicacia, ¿es que queda alguna otra opción? Ya os pasará también al resto, y os cansareis de creer.
Pero el tiempo está de mi lado, y no va a dejarte indiferente.

martes, 6 de julio de 2010

Arrastre.

La miel de tus ojos miente.

martes, 8 de junio de 2010

18 años de esencias. 6570 días de bohemia.


Que todos lo vean, que todos lo oigan y lo sientan. Que lo vivan. Que ella es especial. Que es electromagnética. Que sus ojos guardan chispas y sus manos dan calambres.
Algunos prefieren llamarlo magia.

Y lleva 18 años regalándonosla.

lunes, 17 de mayo de 2010

Cuánta luz perdimos.


Todo sucedió, ocurrió, aconteció. Ni tú ni yo pudimos detenerlo, las palabras fueron más rápidas, brotaban a borbotones, acusadoras, hirientes, imborrables.
Dime, ¿de veras lo sentimos? ¿Realmente es ésto cuanto queremos? Déjame decirte que si hay alguien que hable con más sinceridad que los borrachos y los niños, son aquellos a quienes la rabia asfixia, un segundo, un instante de libertad para nuestro subconsciente. Incluso aquellas cosas acerca de las que te engañas a ti mismo, aparecerán más claras que nunca, innegables. Por eso, cuando dijiste "joder, como me gustaría largarme para siempre, lo has echado todo a perder" no pude evitar que un pensamiento me partiera el alma "ojalá lo hicieras". Sonaba tan fuerte, con tanta rabia, que esas tres palabras no han dejado de latir en mi cabeza durante estos días, retumban, vibran, golpean incansables "ojalá lo hicieras.. ojalá lo hicieras.. ojalá lo hicieras..."
Basta.
¿Por qué seguimos engañándonos? ¿Por qué seguimos retrasando un final temido, pero desesperadamente deseado? Ese inevitable final.
Reconócelo, ya no somos ni tú ni yo.

martes, 11 de mayo de 2010

Los cristales rotos.


Roto
Desgarrado
Abandonado
Difuminado
Muerto e incinerado
Pisoteado
Maltratado
Olvidado
Y mil veces despreciado

Todo acaba, todo termina. Nosotros nos encargamos de eso. Por muy bonito que sea, por muy alto que llegue. Ni lo intentes, no trates de alargarlo, ni un minuto, ni un sólo día más de bohemia. Porque en el momento en el que comience la agonía, el resto no será más que un desesperado planeo, un intento de remontar el vuelo, y has de saber, o más bien has de querer saber, que no funciona. Antes, después o ahora llegará el momento del aterrizaje forzoso, de los reproches y acusaciones, lamentos, sollozos, miradas furtivas y ya no precisamente chispeantes. Los restos que dejó la tormenta. Los cristales rotos.

jueves, 22 de abril de 2010

Santana

Querías alcanzar la luna con tus eufóricos saltos, solías reírte de ti mismo y alzar la mano tanto como podías, estirando los dedos y gritando mi nombre... había días que mi nombre sonaba tan tierno en tus labios, yo cerraba los ojos con fuerza para oírlo mejor, para grabarlo a fuego en mi memoria, porque era en esos días en los que realmente tú me adorabas y por eso pronunciabas mi nombre como quien saborea el último recodo del más dulce de los algodones de azúcar. Fuiste toda una primavera por descubrir. Y ¿sabes? me contagiaste las ganas.
Y no me canso de sentir.

viernes, 2 de abril de 2010

Nos decíamos tanto...


Solías girar la cabeza únicamente para clavarme la mirada una vez más, yo no podía evitar sonreír, me ponías taquicárdica y fue contigo que aprendí lo que significaba hiperventilar; después tú siempre me preguntabas que de qué me reía, y yo me encogía de hombros de nuevo, así una y otra vez.

lunes, 15 de marzo de 2010

Odiosos, y al mismo tiempo adorados, días de bohemia.

Ella era como una gota de perfume, perdida en el oasis de aquellos días de la más profunda bohemia.
Caminaba en infinita fingida indiferencia, con ese paso propio de las gotas de la más pura esencia, embriagador, abrumador... efímero. Y su expresión... nunca nadie vio ojos tan dulces y tan desgarradores al mismo tiempo, parecían tararear la melodía de la canción más triste jamás compuesta con su pestañeo, e, inevitablemente, la mordedura de sus pupilas te escocía el corazón.
Andaba siempre ensimismada, y podría decirse que su sonrisa era incluso más triste que aquellas perlas que le caían de los ojos al llorar.
Aunque vivía en un constante intento de escapar de esas sensaciones, estaba tan sumergida en ellas que no conseguía sacudirse la pena más de dos días seguidos; además tampoco puede decirse que nadie la ayudase demasiado, no era la única atrapada en aquellos días de bohemia...

sábado, 13 de marzo de 2010

Puedo fingir que me da igual.


De vuelta en todo aquello que tanto odiaste. Olvídalo que los sueños son inalcanzables, que vas a volver a estrellarte cuando creas que lo consigues, que lo rozas con la yema de los dedos, que todo lo que comienza con palabras como esperanza o ilusión acaba con otras como decepción y vacío.
Es curioso como alimentamos esas absurdas ideas que ya en el primer instante en que se te pasan por la cabeza algo dentro de ti ríe y grita 'necia, no funcionó antes porqué carajo iba a hacerlo ahora'.
Que no, que este no es tu mejor momento pero tú te empeñas en no verlo.

domingo, 7 de marzo de 2010

Veranos interminables



Querida Clara, te escribo en días grises la carta que siempre quise enviarte, ya sabes que soy amante de los trozos de papel que guardan vidas.
Y pensar que los veranos se hubieran hundido sin ti, si no te hubiera conocido. Y no eres nada poco.
A veces se quema una tostada y me hace gracia pensar que usted estará haciendo quizás lo mismo unos kilómetros más lejos de aquí. Y soy capaz de imaginarte delante de tu ordenador, enfrente de tu cámara incorporada y sus fabulosos efectos que derretíamos en las tardes de verano.
Sin duda alguna, ocurra lo que ocurra, dará igual si me pierdo en medio del mundo, si desaparezco durante años, si dejo de escribir canciones, o si la lluvia ya no me hace caso, porque sabré, pase lo que pase, que podría llegar a Beniscornia en bici con los ojos vendados, o incluso sin las dos manos. O mejor, sería capaz de componer cuando todo esto se terminara, y yo ya no tengo eso que llaman inspiración, pero podré llamarte para ofrecernos tardes de cine, de chicos fantásticos y Rock'n Roll, y enamorarnos cada domingo de París o de un barco que naufraga en el perdido océano de los años sesenta.
Procura no alejarte mucho del mismo camino que trazamos todos los días para ir al colegio, ni del pequeño tramo que cojo algún sábado con esa bici roja que tanto amamos.
Mi casa es y será siempre tu familia, sea verano o invierno, hagan treinta grados o el más puro frío gélido, porque no existen muchas esencias como tú, mi lady Santana, a la que nunca podré olvidar.
Palpitarás siempre jamás dentro de mí,
Gracias.

Y se me olvida mencionar mi gran enfermedad fotográfica, y por supuesto a mis dos y grandes y (casi) únicas modelos que siempre están ahí para ayudarme.
Una de ellas es una chica alta, de una belleza deslumbrante, un pelo azabache tan largo como la hiedra y unos ojos...
Los ojos más dulces que nadie pudo ver jamás.
Por eso me enamoré de ella la primera vez que la vi, y por eso di saltos de alegría cuando vi su nombre escrito en ese papel que había cogido por sorteo. Y supe como hacerla feliz en cuanto lo leí.
Te echaré de menos cada día de Navidad, porque usted es un trocito de ella , y un anhelo de mi verano. Y quise pintarte uno inolvidable en este regalo.
Ojalá nunca te esfumes y pasemos mil Navidades más, de esas que parecen primaveras, y tú y yo jamás nos olvidemos.

La quiero señorita Santana.
Aquí siempre la chica rara de la obsesión fotográfica.


Carta de una chica que guardaba mil veranos a otra que pasaba días en el monte de Santana esperando a la primavera...



sábado, 27 de febrero de 2010

El viento agitaba su pelo...


Ella respiraba a contracorriente, no era capaz de seguir el ritmo de los demás, marcaba el suyo propio. Creía que podría vivir de ilusiones toda su vida, bueno tal vez de ilusiones y unas pocas miguitas de pan.
Pero algunas de sus ilusiones eran tan vanas que se desvanecieron con la brisa de tu aliento, y eso le hizo pensar que lo mismo podría pasar con todas, que no quería volver a sentir eso que llaman desolación.
Se deshizo de todas ellas, las que quedaban, claro. Las rompió en mil trocitos, las quemó, las escondió en cajones y debajo de la alfombra, incluso algunas las metió en botellas de cristal y las envió al océano. No quiero volver a veros - decía - nunca.
Pero como le solía pasar... se equivocaba.

sábado, 30 de enero de 2010

Quizás...

¿Qué te hace pensar que aquello que buscas es lo que realmente quieres? Basta. Te comportas como un egoísta, claro que en el fondo siempre he sabido que eso es lo que eras. Todo lo que no gira en torno a ti es transparente o no lo ves? Claro que no, cómo ibas a verlo. Yo llevo siendo transparente mucho tiempo, demasiado tal vez. No quiero seguir siendo para ti una sombra, pero creo que esa es la única manera de estar en tu vida... ¿Sabes? Has sido tan importante. Pero no eres imprescindible, no, ya no.
Voy a largarme tan lejos que para cuando quieras darte cuenta de que he desaparecido (si es que algún día notas mi ausencia) ya estaré donde los días no sean tan tristes.

Que absurdo... sigues siendo imprescindible.


domingo, 24 de enero de 2010

No conseguía engañar a nadie.

Cuando llegó, creí que traía malas noticias, más aun quiero decir, claro. Por eso no quise girarme, y fingí no haberla oído. Aquella no estaba siendo una buena temporada y la primavera estaba tardando mucho en llamar a la puerta. ¿Por qué no podían largarse todos de una maldita vez? ¿No entendían que no quería seguir aquel juego? Que no, no iba a pintar más acuarelas, que no, tampoco quería un maldito cuadro para enmarcarlas, ni lápices pastel, ni óleos, ni carboncillo, ni más vinilos de los Beatles, ni más recuerdos en papel.
Que tontería, ¿quién iba a creer todo aquello? Realmente sólo intentaba huir de mí misma y no conseguía engañar a nadie.
Igualmente, lárgate, pensé y finalmente me giré con una mirada acusadora para hacerle ver que no era bien recibida. Pero verla allí sujetando la bici y sosteniendo la sonrisa me quitó el aliento y tardé un minuto en reaccionar, si se puede llamar reaccionar a romper en una carcajada. Creo que fue en esa risa en la que solté todo aquel aire contenido, que me ahogaba y asfixiaba desde hacía meses.