Odiosos y, al mismo tiempo, adorados días de bohemia.
Ella era como una gota de perfume, perdida en el oasis de aquellos días de la más profunda bohemia. Caminaba en infinita fingida indiferencia, con ese paso propio de las gotas de la más pura esencia, embriagador, abrumador... efímero. Y su expresión... nunca nadie vio ojos tan dulces y tan desgarradores al mismo tiempo, parecían tararear la melodía de la canción más triste jamás compuesta con su pestañeo, e, inevitablemente, la mordedura de sus pupilas te escocía el corazón. Andaba siempre ensimismada, y podría decirse que su sonrisa era incluso más triste que aquellas perlas que le caían de los ojos al llorar. Aunque vivía en un constante intento de escapar de esas sensaciones, estaba tan sumergida en ellas que no conseguía sacudirse la pena más de dos días seguidos; además tampoco puede decirse que nadie la ayudase demasiado, no era la única atrapada en aquellos días de bohemia...
Y mi casa todavía huele a palomitas quemadas
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¿Porqué embriagarme con perfumes si puedo tenerte aquí?
Como el césped debajo de tus pies. Y el olor a piscina. A capuccino. Ya no
huelo ni a palomitas quem...
Don de lo imposible
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Quizás nunca quise hacer de lo imposible algo posible. Quizás si que
existan los tópicos y estereotipos incluso el autoengaño para conseguir ser
felices....
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