Odiosos y, al mismo tiempo, adorados días de bohemia.

Ella era como una gota de perfume, perdida en el oasis de aquellos días de la más profunda bohemia.
Caminaba en infinita fingida indiferencia, con ese paso propio de las gotas de la más pura esencia, embriagador, abrumador... efímero. Y su expresión... nunca nadie vio ojos tan dulces y tan desgarradores al mismo tiempo, parecían tararear la melodía de la canción más triste jamás compuesta con su pestañeo, e, inevitablemente, la mordedura de sus pupilas te escocía el corazón.
Andaba siempre ensimismada, y podría decirse que su sonrisa era incluso más triste que aquellas perlas que le caían de los ojos al llorar.
Aunque vivía en un constante intento de escapar de esas sensaciones, estaba tan sumergida en ellas que no conseguía sacudirse la pena más de dos días seguidos; además tampoco puede decirse que nadie la ayudase demasiado, no era la única atrapada en aquellos días de bohemia...

lunes, 22 de octubre de 2012

No se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.

- ¡Domestícame!
- ¿Perdona?
- He dicho que me domestiques.
- Sí, eso me había parecido oir...
- Verás, se trata de una cosa demasiado olvidada... significa "crear lazos".
- ¿Crear lazos?
- ¡Exacto! Escucha, has de imaginar que soy una zorra.

- Me he vuelto a perder...
- ¡Que no, escucha!.. yo soy una zorra, y para mí tú no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Yo no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que una zorra semejante a cien mil zorras. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti única en el mundo...
- Empiezo a entender... hay una flor, creo que me domesticó.
- Es posible.
- ¿Qué hay que hacer?

Y así el principito domesticó a la zorra. Y cuando se acercó la hora de la partida:
- ¡Ah!... voy a llorar.
- Tuya es la culpa. No deseaba hacerte mal, pero quisiste que te domesticara...
- Sí.
- ¡Pero vas a llorar!
- Sí...
- Entonces, no ganas nada.
- Gano... por el color del trigo.

miércoles, 6 de abril de 2011

álter ego

Ven que hoy el aire no quiere entrar en mis pulmones, ven por favor y sujétame que mi cuerpo se niega a prestarme atención, que mis piernas se deben de haber enfadado, que la vista se me nubla por momentos, ven y déjame oír los latidos de tu corazón, que no consigo escuchar los del mío. Ven, dame tus manos, para poder calentar las mías. Ven por favor que hoy se me escapa de las venas la alegría.

sábado, 19 de marzo de 2011

Y uno es feliz como el niño cuando sale de la escuela.

De vez en cuando la vida
afina con en pincel
se nos eriza la piel
y faltan palabras

domingo, 27 de febrero de 2011

Cartas en el buzón equivocado.

Te escribo en días grises para decirte lo mucho que siento haber dicho lo que dije. No lo pensaba, estaba fuera de mí... yo jamás te haría daño.
Sé que no vas a volver, que no lo merezco.
Sé que ni siquiera me vas a responder esta carta.
Sé que has estado estos días pensando en lo mucho que me has dado, y en lo poco que has recibido.
Sé que vas a encontrar a alguien mucho mejor que yo.
Sé que vas a olvidarme.
Sé que soy gilipollas.
Sé que ni siquiera merezco tu odio, si acaso tu indiferencia.
También sé que te has llevado el color, y la música.
Ya que yo sé todas estas cosas, creo que es justo que tu sepas algo, te quiero.

sábado, 19 de febrero de 2011

Desde el rompeolas me acuerdo de ti, me alejo de ti.

Y ahora ya no puedo prestarte mi abrigo,
ni quitarte la ropa, ni sudar contigo,
ni perder la calma, ni decirte las cosas
que nunca te he dicho.
Y ahora ya no puedo prestarte mis alas,
ni subirme la falda, ni cogerte con vicio,
ahora da lo mismo reírse de todo
que llorar por nada.

miércoles, 27 de octubre de 2010

domingo, 17 de octubre de 2010

Arder en una papelera.

Aún sigo sin saber, sigo buscando qué palabras decir, o escribir, o pensar. Si quiero creer pero no puedo evitar llorar. Si hoy soy yo aunque mañana seas tú, y si pudiera elegir no se trataría de ti nunca más. Resulta tan cómico volver la vista atrás, a tan solo un par de semanas, y preguntarse qué fue de aquel que decía ser capaz de todo, desde abordar barcos hasta dar el beso más bonito del mundo.
Que coño, las palabras resultan tan fáciles de decir, que a veces ni las medimos.
Pero aún esperas que crea que quien yo pensaba que eras sigue ahí, ¿dónde?
Piensa mal y acertarás, dicen, y al oírlo nos echamos las manos a la cabeza. Desconfianza, suspicacia, ¿es que queda alguna otra opción? Ya os pasará también al resto, y os cansareis de creer.
Pero el tiempo está de mi lado, y no va a dejarte indiferente.