Odiosos y, al mismo tiempo, adorados días de bohemia.

Ella era como una gota de perfume, perdida en el oasis de aquellos días de la más profunda bohemia.
Caminaba en infinita fingida indiferencia, con ese paso propio de las gotas de la más pura esencia, embriagador, abrumador... efímero. Y su expresión... nunca nadie vio ojos tan dulces y tan desgarradores al mismo tiempo, parecían tararear la melodía de la canción más triste jamás compuesta con su pestañeo, e, inevitablemente, la mordedura de sus pupilas te escocía el corazón.
Andaba siempre ensimismada, y podría decirse que su sonrisa era incluso más triste que aquellas perlas que le caían de los ojos al llorar.
Aunque vivía en un constante intento de escapar de esas sensaciones, estaba tan sumergida en ellas que no conseguía sacudirse la pena más de dos días seguidos; además tampoco puede decirse que nadie la ayudase demasiado, no era la única atrapada en aquellos días de bohemia...

miércoles, 6 de abril de 2011

álter ego

Ven que hoy el aire no quiere entrar en mis pulmones, ven por favor y sujétame que mi cuerpo se niega a prestarme atención, que mis piernas se deben de haber enfadado, que la vista se me nubla por momentos, ven y déjame oír los latidos de tu corazón, que no consigo escuchar los del mío. Ven, dame tus manos, para poder calentar las mías. Ven por favor que hoy se me escapa de las venas la alegría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario