Cuando llegó, creí que traía malas noticias, más aun quiero decir, claro. Por eso no quise girarme, y fingí no haberla oído. Aquella no estaba siendo una buena temporada y la primavera estaba tardando mucho en llamar a la puerta. ¿Por qué no podían largarse todos de una maldita vez? ¿No entendían que no quería seguir aquel juego? Que no, no iba a pintar más acuarelas, que no, tampoco quería un maldito cuadro para enmarcarlas, ni lápices pastel, ni óleos, ni carboncillo, ni más vinilos de los Beatles, ni más recuerdos en papel.
Que tontería, ¿quién iba a creer todo aquello? Realmente sólo intentaba huir de mí misma y no conseguía engañar a nadie.
Igualmente, lárgate, pensé y finalmente me giré con una mirada acusadora para hacerle ver que no era bien recibida. Pero verla allí sujetando la bici y sosteniendo la sonrisa me quitó el aliento y tardé un minuto en reaccionar, si se puede llamar reaccionar a romper en una carcajada. Creo que fue en esa risa en la que solté todo aquel aire contenido, que me ahogaba y asfixiaba desde hacía meses.
Es bonito saber que hay alguien que nos devuelve las primaveras que buscamos :)
ResponderEliminarY más si te propone una de esas tardes en bici cuando florecen nuestros noviembres a pleno pulmón.
Te quiero bohemia.