Odiosos y, al mismo tiempo, adorados días de bohemia.
Ella era como una gota de perfume, perdida en el oasis de aquellos días de la más profunda bohemia.
Caminaba en infinita fingida indiferencia, con ese paso propio de las gotas de la más pura esencia, embriagador, abrumador... efímero. Y su expresión... nunca nadie vio ojos tan dulces y tan desgarradores al mismo tiempo, parecían tararear la melodía de la canción más triste jamás compuesta con su pestañeo, e, inevitablemente, la mordedura de sus pupilas te escocía el corazón.
Andaba siempre ensimismada, y podría decirse que su sonrisa era incluso más triste que aquellas perlas que le caían de los ojos al llorar.
Aunque vivía en un constante intento de escapar de esas sensaciones, estaba tan sumergida en ellas que no conseguía sacudirse la pena más de dos días seguidos; además tampoco puede decirse que nadie la ayudase demasiado, no era la única atrapada en aquellos días de bohemia...
Lo leí la misma hora que vió la luz, pero fueron días extraños. Perdoname si no me pasé por aquí.
ResponderEliminarLas cosas van y vienen, y ahora están que no están. Mañana será un gran día, y pasado, y a l otro. Y volveremos a oler el verano. Y las ganas de arder :)
Te quiero mucho.